La psicomotricidad se relaciona de manera estrecha y directa con el desarrollo y formación de las inteligencias.
A través de la práctica psicomotriz los niños reciben información, tanto sensorial como cognitiva, a la vez que pueden expresar emociones, relacionarse con todo lo que les rodea y acceder también, a momentos de relajación de sus propias tensiones.
Nuestras prácticas psicomotrices (dirigidas o libres) permiten al niño encontrar el equilibrio físico y mental, además de ayudarle en su desarrollo integral. De esta forma, mediante una práctica continuada se podrán producir nuevos avances motrices como el aumento del control segmentario del cuerpo, o un mayor dominio del equilibrio, tanto en posición estática como dinámica.
Para que esto ocurra es fundamental pensar en planificar un entorno que favorezca la participación de nuestros pequeños.
A partir de la participación activa, el efecto sorpresa, la representación y el juego simbólico aportado por los materiales, se potencia la ACTIVIDAD CORPORAL, el PLACER extraído de los juegos, el CONTACTO CON LOS DEMÁS, y EL HACERSE CONSCIENTES DE LOS BENEFICOS DE LA COLABORACIÓN.
Así, tanto el espacio presentado como el material preparado deben ser estimulantes y facilitadores de la consecución de los objetivos previamente establecidos. Cada experiencia motriz presentada deberá atender al desarrollo afectivo, al movimiento y los hábitos de control corporal.
En definitiva, las sesiones de psicomotricidad ayudan, además de desarrollar la motricidad a nivel general, a reafirmar el autoconcepto y la autoestima. Sentirse más seguros emocionalmente como consecuencia de conocer sus propios límites y capacidades es muy importante en estas edades.
Esperamos que esta información os haya sido de ayuda.
¡Muchas gracias familias!